Reconstruyendo el aprendizaje de nuestros jóvenes en América Latina

Lic. Natalia Tieso, Magister en Educación, Directora de Maple Bear LATAM

En mayo 2022, el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, publicó un extenso informe llamado “¿Cómo reconstruir la educación postpandemia?”[1] con el fin de compartir algunas soluciones para cumplir con la promesa de un mejor futuro para la juventud.

El distanciamiento social afectó al bienestar socio-emocional y a la salud mental de los jóvenes. No solo se vieron privados de aprender nuevos conceptos y habilidades, sino que también perdieron conocimientos y habilidades que ya dominaban. El impacto de la presión financiera, la pérdida de familiares, el aislamiento de los amigos y las interacciones sociales tuvieron consecuencias en la salud mental de los alumnos, incluyendo hiperactividad, sentimientos de miedo, ira, tristeza o frustración, y comportamientos tóxicos online como el ciberacoso, con mayores efectos para las mujeres.

Algunas ideas centrales como resultados de la pandemia de COVID-19 en nuestras intuiciones escolares son:

  1. 165 millones de estudiantes de América Latina y el Caribe se vieron abruptamente desconectados de la educación.
  2. A finales de 2021, las escuelas habían estado cerradas un promedio de 237 días (más que en cualquier otra parte del mundo).
  3. En cuanto a la tasa del abandono escolar, se estima que 3,5 millones de estudiantes han quedado fuera de la escuela en toda la región.
  4. El círculo vicioso asociado a la falta de motivación, presión económica, deserción escolar y pérdidas de aprendizaje se agudiza en las poblaciones vulnerables. Consecuentemente
  5. Según los datos recogidos en este estudio para Chile, Colombia, Costa Rica, México y Argentina, los jóvenes podrían llegar a perder alrededor del 11% de sus ingresos laborales a lo largo de su vida.

La desvinculación de la educación y las pérdidas de aprendizaje inducidas por la pandemia han provocado un aumento de la desigualdad tanto dentro de los países como entre ellos. Los sistemas educativos más ineficaces y desiguales estaban menos preparados para cambiar a modelos de educación a distancia e híbridos, por lo que se vieron más profundamente afectados por el impacto de la pandemia. La pérdida de habilidades cognitivas y de logros educativos tiene consecuencias de amplio alcance, sobre todo para el crecimiento económico de los países de nuestra región.

No quedan dudas que los distintos sistemas educativos de la región deben planificar políticas educativas para revertir las pérdidas vividas en el aprendizaje y esto no significa que los alumnos no enfrenten evaluaciones o que las calificaciones no sean tenidas en cuenta para la promoción hacia el año siguiente. Debemos transformar este contexto tan triste en un llamado para la acción colectiva e invertir recursos (tiempo, dinero y capacitación) en el desarrollo de habilidades y el bienestar de nuestros jóvenes, más allá de las calificaciones. El mensaje es claro: el costo de la inacción es demasiado grande y nuestra región debe gastar más y mejor.

Así como lo hacemos en Maple Bear, cerrar la brecha digital, producir contenidos en línea de alta calidad y transformar digitalmente los sistemas educativos debe ser una prioridad para nuestros países y mientras esto sucede, ¿qué podemos hacer los educadores a nivel institucional?

  • Dar prioridad a los entornos de aprendizaje seguros y enriquecedores para que los alumnos puedan compartir sus emociones en nuestra aula a través de la inclusión de meditaciones guiadas para que los alumnos alivien su stress, la incorporación de círculos de confianza al comienzo de las clases donde puedan revelar sus preocupaciones o ansiedades, una recomendación de una cita optimista o una canción que les ayude a enfocarse en una perspectiva positiva, un rito de anotar su preocupación en un papel, analizar la situación de manera individual o grupal y luego romper el papel, entre otras.
  • Promover la transformación digital para acelerar los aprendizajes. Es necesario abordar la crisis de aprendizaje acelerándolo (y no simplemente remediándolo. Esto significa centrarse en los conceptos básicos que los estudiantes necesitan para progresar al nivel de grado acorde a su edad, brindando apoyo personalizado y diferenciado con tutorías en línea o presenciales a aquellos que tienen más dificultades, y trabajar en el re-diseño del plan de estudios y enfoques didácticos.
  • Proponer las adecuaciones curriculares necesarias respetando los estilos y ritmos de los alumnos. Una planificación para toda la clase no es suficiente, tenemos que planificar colaborativamente con profesores de otras disciplinas para ser eficaces en nuestra gestión de tiempo al incorporar diversas herramientas para las distintas inteligencias de nuestros alumnos, dando respuesta a la heterogeneidad de nuestras aulas.
  • Ofrecer apoyo académico suplementario en los colegios, con jornadas extendidas, programa de verano o fines de semana, tutorías en línea o presenciales donde las propuestas pedagógicas sean motivantes y elaboradas teniendo en mente a ese alumno en particular que tiene esas necesidades específicas.
  • Mantener un canal de comunicación más fluido e informal con los padres de familia también puede ayudar a reconocer los síntomas de la deserción escolar de manera anticipada: grupos de textos y de WhatsApp han demostrado ser más eficaces que los emails, por ejemplo.
  • Incluir espacios educativos de deportes, artes y música ya que sirven también para mejorar la autoestima, el liderazgo y las habilidades interpersonales. Las intervenciones artísticas y la actividad física tienen efectos positivos como el desarrollo de la resiliencia, la salud mental positiva, el bienestar y la ansiedad.

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[1] http://dx.doi.org/10.18235/0004241